SEMANA 4 RESUMEN - CAPITULO II


CAPITULO  II

UNA EXTRAÑA LLAMADA

Un día, muy temprano, mi mamá hablaba por teléfono. Bueno,  pasa a diario y varias veces. Pero la conversación de ese día fue muy extraña, Alibel hablaba en voz alta y repetía una misma frase: 
—¿No estarás exagerando?
                                     
Tengo tan buen oído que puedo escuchar desde lejos, aunque sea un murmullo, pero esta vez era fácil pues una voz recia ve ­ nía del otro lado. 
—La señora olvida hasta las cosas más sencillas… —oí que decía.
Era Ramona, la señora que cuida a mi abuela desde hace muchos años.
__¿No estarás exagerando? __ volvió a preguntarle mi mamá.
__Para nada señora. Lo que le cuento es apenas una pequeña parte... A veces olvida si ha cenado y lo vuelve a hacer...
__Hay días en que ella se mira en sus propias fotos y no se reconoce -agregó Ramona.
Cuando al fin colgó, mi mamá nos puso al tanto. La Abuela siempre había sido olvidadiza pero ahora, a sus sesenta y ocho años, su pasado se había vuelto oscuro, no recordaba cuántos hijos y nietos había tenido ni que había enviudado, entre otras muchas cosas.
__ La juventud no se va sola, se lleva la memoria __ dijo mi papá.

__Quizás lo que tenga sea soledad  __dijo mi mamá con voz de tristeza.
Pensándolo bien, de pronto podía tener razón. Desde que había quedado viuda, hacía cuatro años, mi abuela vivía sola, en un pueblo lejano, acompañada apenas por Ramona quien estaba casi tan vieja como ella. Mi abuela nunca salía de su enorme casa de hacienda, estaba encerrada en un completo aislamiento.
Desde entonces, ella hacía un largo viaje cada tres semanas para visitar  a mi abuela y acompañarla unos días. En una de sus visitas la llevó al médico del pueblo, quien le dijo:
__Son cosas de viejos, simplemente hay que tener paciencia.

En el siguiente viaje la llevó a otro médico, en la ciudad más cercana. Era más joven y conversador que el anterior. La examinó de pies a cabeza, le formuló vitaminas y minerales, le aconsejó que resolviera crucigramas, que hiciera más ejercicio y nada más.
__Tiene arteriosclerosis. La arterias del cerebro se han endurecido. __ Fue la explicación.

Mi mamá regresaba de cada viaje más preocupada. Nos contaba, pensativa, los olvidos increíbles que continuaban ocurriendo. Ramona empezó a llamar con más frecuencia.

Esto va para peor. Ayer me dijo: "¿usted quién es?, ¿qué hace acá?. " Soy Ramona, señora, su empleada de siempre", le respondí, "Pero si yo nunca he tenido empleada" me dijo y ordenó que me fuera, hasta sacó la vieja escopeta sin cartuchos y me apuntó. Entonces llamó a la Policía, les dijo que dentro de la casa había una ladrona.
-- ¿ Y llegaron?
--- Sí, pero tardaron un poco. Ya ella estaba dormida y, como conozco a los agentes, me creyeron.
Ramona tenía razón, era ya demasiado extraño, aún para una anciana olvidadiza. Esa misma tarde mi mamá alistó su equipaje y a la mañana siguiente, muy temprano, se fue. Se despidió de nosotros y que nos llamaría con frecuencia. Pasó el primer día y no llamó. "Pronto llamará", me dije. Con esa ilusión regresé esa tarde a casa.







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