SEMANA 5 - RESUMEN DEL CAPITULO IV HASTA EL CAPÍTULO VII
CAPITULO IV
LA LLEGADA
El sábado en la mañana nos fuimos en la camioneta a recogerlas al terminal de transporte. De lejos la abuela se veí como una viejita adorable, estaba vestida con demasiadas cosas pero el atuendo le quedaba muy bien.
Me lancé a los brazos de mi mamá y no la soltaba, los días de su ausencia habían sido muy largos. La abuela nos miraba sin vernos. Mi mamá le dijo mientras me abrazaba:
-¿Recuerdas a tu nieta?
Se quedó como alelada. Yo en cambio me acerqué, le dí un besito en la mejilla y le dije al oído:
-Bienvenida abuelita.
Me sorprendió que ella mirara lo que pasaba ante sus ojos, sin interesarse por nada, iba ausente.
- Quizás está todavía en su hacienda pensé.
Al entrar a nuestra casa la miró como quien llega a un paraje completamente desconocido, pero ella ya había estado allí. Mi mamá le enseñó su habitación. Continuaba muda. Lo hacía mencionaba sus cosas raras que nadie entendía.
- Si mi marido llega, ¿ quién lo va atender?
- Abuelita, ¿te gustó el pastel de manzana?, le pregunté pero no respondió.
- ¿Quieres más helado?, le dijo mi mamá .
Tampoco respondió, se levantó de la mesa. No se despidió de nosotros ni nos deseó buenas noches. "¿ había olvidado hasta la costumbre de despedirse?"
- Ella está muy cansada, han sido muchas horas de viaje por una carretera llena de huecos, en un autobús viejo, nos explico mi mamá.
CAPÍTULO V
UNA FOTO MAGNÍFICA
Al siguiente día era domingo, siempre dormimos hasta tarde.
La abuela se había levantado temprano, se metió en la cocina y preparó el desayuno. Ella solo tuvo todo listo. Nunca las arepas habían sido tan grandes, delgadas y crocantes; " La abuela luce mejor, depronto ha recuperado un poco la memoria".
Nos sentamos a la mesa. Ella miraba a lo lejos. Quise llamar su atención, hice monerías pintándole ojos al huevo con la salsa de tomate, pero no se dio por enterada.
Luego ayudó un poco con los trastos en la cocina, todo quedó reluciente. Tomó su bolsa de tejido y fue a sentarse en el patio y estuvo tejiendo. Al parecer eso no se le había olvidado, lo hacía a gran velocidad. Cotorrosa la miraba como a un bicho raro.
- ¿La señora quién es? ¿la señora quién es?.
La abuela seguía tejiendo sin parar, no siquiera volteó la cabeza para observarla. Cotorrosa volvió a preguntar:
- ¿ la señora quién es?
Entonces le dije:
- Callada, callada, boca cerrada .
- Caray, caray gente maleducada. Y diciendo esto se alejó, con la cola baja.
Luego Gota, mi pequeña perra que me sigue para todo lado y es tan amigable, la olió tres veces y se le echó a los pies, pero ella ni siquiera la miró. La gata Bandida también se acercó pero, a pesar de sus miaus y ronroneos, ella no la determinó. Al rato, la abuela se interesó por alimentar las nueve palomas que tenemos. Les daba de comer en sus manos, entonces sí la vi contenta.
Los domingos siempre nos vamos toda la familia a pasear. Fuimos con mi papá a una función de títeres y luego a comernos un helado sensacional, de tres bolas de vainilla. Luego jugamos en un parque y regresamos tarde, cuando comenzaba a anochecer.
La abuela Alicia todavía estaba en el mismo sitio, tejiendo. Como yo tenía mi cámara en la mano, le tomé unas fotos preciosas. Mis papás me felicitaron por lo bien que había quedado. Y me puse a pensar: "¿ qué estará pasando dentro de esa hermosa cabeza?".
VI
LA CITA MÉDICA
La casa ya no volvió a ser la de antes. Ella estaba allí, pero a la vez no estaba. Era una sensación extraña. Mi mamá empezó a preguntarle a sus amistades por un buen médico. Creí que no se fijaba en mí, hasta que ella observó algo raro:
- ¿Qué haces, Matilde, con ese libro puesto de cabeza?.
Ella empezó a sospechar que la espiaba. Cada persona le recomendaba un médico diferente.
- No se necesita un médico cualquiera sino un especialista en esa enfermedad.
Entonces llegó la señora de enfrente.
- No lo pienses más, debemos consultar a un neurólogo, nos dijo.
En la lista de mi mamá no había ninguno. Nos contó que tenía muchos amigos médicos. Al día siguiente regresó con su propia lista.
Mi mamá la miraba con ojos de gratitud. A mí, encambio esa señora nunca me ha gustado del todo. Ahora había que llamar y pedir una cita.
Pero llegócon una noticia no muy buena: la cita será en una semana.
-Si él no la cura, difícilmente alguien podrá hacerlo. Vale la pena esperar.
Lo dijo llena de optimismo.
De pronto iba a pasar como con la antigua enfermedad de mi mamá. Ella había perdido la fuerza de sus piernas y dejó de enseñar danzas.
Entonces nos vinimos a esta gran ciudad y aquí, con un aparto moderno, encontraron el problema: una vértebrase había corrido y con una operación y fisioterapia todo se arregló. Quizás ahora sería igual y con algunas medicinas se podría mejorar, con una operación su memoria podría volver.
Pero algo dentro de mí me decía que esta vez no sería tan fácil.
VII
¿CÓMO TE LLAMAS?
Era el siguiente lunes, me despertó cotorrosa, pedía algo con urgencia:
- Almojábana con chocolate. Cuando quiere algo, repite su cantinela hasta que lo logra.
Fui a buscarle lo que pedía, era la única manera de callarla.
Con el pedido en la mano saludé a la lora.
- ¡Qué bella mañana! ¡qué bella mañana!, decía con cada bocado.
Con ese bochinche mis papás se habían despertado. En cambio, mi abuela no había cambiado su posición en la banca. Me acerqué a donde ella quería saludarla y conversar.
La saludé con una sonrisa. Me miró varias veces, en sus ojos había desconfianza.
Me preguntó mi nombre como si no me conociera, se lo dije tres veces y al rato volvió a preguntarme.
Suena bonito pero es un apellido raro
- Dijo como distraída, al rato me preguntó si yo era de la casa o una niña de la vecindad. " Esta peor, la enfermedad no ha retrocedido, más bien ha dado dos pasos adelante", pensé.
Los días siguientes empeoró aún más.
En los días malos se le olvidaban hasta las recetas de siempre.
Pero otro día ella estaba sentada con mi mamá en el sofá de la sala, cuando oí que le dijo con claridad:
Quiero hacer mi testamento.
Al rato le pregunté a mi mamá:
- ¿Qué es un testamento?
- Un documento donde alguien escribe lo qie quieren que hagan con sus bienes cuando muera.
- ¿Y acaso la abuela se va a morir pronto?
- Cuando nos enfermamos, eso siempre puede suceder.
- ¿Esa enfermedad se va a comer a todos sus recuerdos?
- ¿No se le pasará con alguna medicina moderna?
-Aún no sabemos. Vamos a llevarla s ese médico especial.
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